11 oct 2013

El caso Sopena y sus respuestas







Aqui la falsedad con intencion de Enric Sopena, incondicional del PSOE hasta extremos ridiculos como puede apreciarse en las televisiones. Vease tambien aqui la entrada sobre Miguel Ayuso de hace unos dias.

En la España de Rajoy, ‘resucitan’ los carlistas y jóvenes ‘populares’ alimentan al facherío
“En los últimos meses, los presidentes de dos asociaciones militares -legales al parecer- el brigada Jorge Bravo y el cabo Antonio Martínez, han sido sancionados con un mes de arresto por cuestionar los recortes salariales de los militares, el primero; y por no identificarse como militar al presentar un recurso, el segundo”. Estos dos militares de tercera o cuarta división sí fueron arrestados.
Bombas de racimo
Pero mientras tanto, el teniente coronel Ayuso, antidemocrático, señor ministro de Defensa, Pedro Morenés y Álvarez de Eulate, ahí está por el momento, esperando que lo hagan coronel. Cuando tendría que haber sido ya expulsado de su carrera militar. ¿A qué aguarda, exvendedor usted de bombas de racimo, Pedro Morenés, para cortar semejante violación de sus deberes militares por el teniente coronel carlista de la boina roja?
Con cierto temor
Esto básicamente lo publicó El País en una impactante información cuyo titular fue el siguiente: “Defensa promueve a un juez militar ultra que cuestiona la Constitución”. Desde ELPLURAL.COM, hemos tratado de completar esa narración que nos retrotrae con cierto temor -perfectamente lógico- a los tiempos del carlismo, una de las organizaciones uniformadas y armadas que contribuyeron a la victoria del Caudillo y sus golpistas en la guerra civil.
Una investigación que llega tarde
Tras la información publicada por El País, el Ministerio de Defensa ha abierto una investigación sobre las manifestaciones del militar para evaluarlas y, en su caso, “iniciar un procedimiento sancionador”. Sus andanadas eran públicas y notorias a través de la televisión del Toro Party y otros foros derechistas. ¿Acaso no se había enterado Defensa de que se les había colado un traidor a la Constitución?
 Muchísimo más grave
Pero en esta ocasión no nos encontramos ante unas declaraciones de militares de alta graduación castrense, ya retirados o jubilados, algunos de ellos pidiendo que los tanques entraran en Barcelona. Ahora, la situación del teniente coronel en activo Miguel Ayuso Torres es muy diferente y muchísimo más grave. Ayuso ha puesto a parir a la Constitución de 1978, durante diversas entrevistas o tertulias en la televisión de Intereconomía, el medio más relevante de la extrema derecha española.
Meapilas y reaccionario
Lo mismo hace Ayuso en su calidad de catedrático de la Universidad Pontificia de Comillas. Es, por una parte, un meapilas inequívoco y por otra, un reaccionario ideológicamente venenoso. Debía defender, como oficial que es del Ejército, a la Constitución y se dedica públicamente a insultar a los constitucionalistas. A lo largo del siglo XVIIII, las llamadas guerras carlistas fueron brutalmente sangrientas. Querían los carlistas o tradicionalistas liquidar a los liberales, que en cierto modo eran los progresistas de aquella época.
La escisión
Los requetés carlistas se alinearon con los militares, los franquistas y los falangistas y su presencia influyente duró, más o menos, hasta el final de la dictadura, aunque por medio hubo una escisión. De modo que un sector minoritario de los carlistas se pasó a la defensa de las libertades durante el tardo franquismo. Ese carlismo desapareció, pero por lo visto ha resucitado el carlismo ultramontano. ¡Por Dios, por la Patria y el Rey, lucharon nuestros padres! ¡Por Dios, por la Patria y el Rey, lucharemos nosotros también!
La España con la que sueñan
Lo más inquietante en todo caso es hasta qué extremo vuelven a enseñar la patita no pocos jóvenes del Partido Popular/Nuevas Generaciones que exhiben, cada dos por tres, los símbolos nazis, fascistas, falangistas o franquistas. Pronto, algunos derechistas, por ahora inmunes, intentarán convertir al teniente coronel Ayuso en un héroe de la España con la que sueñan.
El facherío
¡La España de Isabel y Fernando, el espíritu impera, moriremos besando la sagrada bandera! El Gobierno Aznar pretende no castigar al facherío porque una parte de sus militantes y dirigentes sí provienen del citado facherío. Y porque ellos mismos, empezando por Rajoy y su Gobierno, prefieren mirar hacia otro lado y no mojarse. Al fin y al cabo, casi todos los populares continúan siendo los herederos del general Franco.
Enric Sopena es director de ELPLURAL.COM
En Twitter es @enricsopena



Las respuestas: de Miralles y Garcia Romanillos...
En los 70 Fernando Garcia Romanillos iba con la expedicion de Aragon a Montejurra y tuve unos años unas cuantas converesaciones con el. Luego desaparecio para aparecer por otros sitios, y en la actualidad sigue del lado de Clemente con los Borbon Parma. Puesto que lo que ha escrito se ajusta a la verdad, lo reproduzco.

Respuesta de Miralles:

El periodista Enric Sopena, incondicional defensor del PSOE en todas las tertulias en las que participa, ha escrito el 23-9-2013, un artículo en El Plural.com, donde intencionadamente quiere ofender al carlismo más genuino, sin diferenciar entre el carlismo y el tradicionalismo más cerril.
Sopena que es un periodista que ya peina canas, aunque no sea historiador –las guerras carlistas fueron el siglo XIX y no el XVIII como él afirma en su artículo- debió conocer, al menos, el carlismo que desde mediados de los años sesenta del siglo XX reinició la oposición al franquismo bajo el liderazgo de D. Javier de Borbón-Parma y de su hijo Carlos Hugo, que por sus actividades antifranquistas fueron expulsados de España por el dictador en 1968. El Partido Carlista, no obstante, continuó su lucha contra la dictadura y contra la monarquía de Juan Carlos, en cuya primera época, se gestó desde las cloacas del nuevo Estado monárquico-franquista, el crimen de Estado del Montejurra 1976 contra los carlistas y la oposición democrática. Sobre ese carlismo, Sopena, como no puede ocultarlo lo minimiza diciendo que “un sector minoritario de los carlistas se pasó a la defensa de las libertades durante el tardo franquismo [pero que] ese carlismo desapareció”. Pues bien, ni lo uno ni lo otro. En primer lugar, no fue un sector minoritario, pues como dicen en su libro Crónica del antifranquismo, los periodistas que también peinan canas, Fernando Júaregui y Pedro Vega, “el hecho de que los dos PC, el Partido Conunista y el Partido Carlista, sean en la práctica las dos fuerzas numéricamente más importantes de la época, no es probablemente ajeno a la aproximación que se registra entre ambas formaciones […] Tanto carlistas como comunistas veían muy clara la necesidad de que otros partidos entrasen a formar parte de esas plataformas [de oposición al franquismo]. Tardarían varios años en conseguirlo.” Y es que, como decían los comunistas durante las elecciones de 1977 para contrarrestar la propaganda del PSOE que pregonaba “150 años de honradez”, los del PCE decían: “150 años de honradez y 40 de vacaciones”. En este sentido conviene recordar que, curiosamente, cuando en 1971 la UGT (correa de transmisión del PSOE) intentó reimplantarse en Navarra, fue el socialista Enrique Múgica quien recurrió sin éxito a la Federación Obrera Socialista (FOS) una organización obrera que había creado el Partido Carlista. Así lo documenta en su tesis el historiador José Vicente Iriarte, publicada en su libro Movimiento obrero en Navarra (1967-1977). Organización y conflictividad. En segundo lugar, ese carlismo no ha desaparecido como lo demuestra la existencia tanto del Partido Carlista como de diversas plataformas carlistas independientes fieles a la dinastía proscrita encarnada por Carlos Javier de Borbón Parma, hijo de Carlos Hugo y que nada tienen que ver con la Comunión Tradicionalista del Sr. Miguel Ayuso, absolutamente minoritaria.  
Como el periodista Sr. Sopena debe saber, en los crimenes de Montejurra-76, el Estado se valió de antiguos tradicionalistas que se agruparon en torno al hijo disidente de D. Javier, Sixto Enrique, que se atribuyó, la representación del carlismo recreando una reaccionaria Comunión Tradicionalista de la que actualmente es dirigente el tal Miguel Ayuso al que Sopena cataloga de “teniente coronel carlista de la boina roja” con evidente ánimo de insultar al conjunto del carlismo.
Por lo que se refiere a la participación carlista en la Guerra Civil al lado de los sublevados, es evidente que si la República no hubiera atacado o permitido el ataque a la libertad religiosa de la  Iglesia Católica, seguramente los carlistas no se hubieran sublevado. Y es que efectivamente, como dice Sopena, los carlistas “contribuyeron a la victoria del Caudillo y sus golpistas en la guerra civil” pero fue muy a pesar suyo, puesto que iniciada la guerra, el carlismo oficial y mayoritario de D. Javier y Fal Conde, se opusieron a la deriva totalitaria y filofascista de Franco y Serrano Suñer, y al Decreto de Unificación en el partido único de inspiración falangista, razón por la cual, D. Javier y Fal fueron expulsados de España y otros muchos requetés carlistas fueron represaliados por el régimen y la falange. Por eso se ha dicho que el carlismo fue vencido en el campo de los vencedores.
Dice el Sr. Sopena que las “guerras carlistas fueron brutalmente sangrientas. Querían los carlistas o tradicionalistas liquidar a los liberales, que en cierto modo eran los progresistas de aquella época.” Es evidente que con esta afirmación tan presentista Sopena pretende cargar las tintas contra el carlismo decimonónico. Sin embargo, si se estudia a fondo el liberalismo y el carlismo del XIX se verá que la historia no es tan simple y que hay muchos matices que hacen pensar que los planteamientos carlistas eran mucho más “democráticos” que el de los partidarios del liberalismo censitario. A modo de ejemplo citaré unos cuantos textos de origen no carlista:
Miguel de Unamuno, en En torno al casticismo escribió: “¿Cuándo se estudiará con amor aquel desbordamiento popular que trascendía de toda forma? ¡Cuántas cosas cabían en los pliegues de aquél lema: Dios, Patria y Rey […] aquel empuje profundamente laico, democrático y popular; aquella protesta contra todo madarinato, todo intelectualismo y todo charlamentarismo, contra todo aristocratismo y centralización unificadora.” También en su escrito “Sobre la tumba de Costa” escribió: “El carlismo puede decirse que nació contra la desamortización, no sólo de los bienes del clero y los religiosos, sino de los bienes del común” y añadía que  “el colectivismo agrario de Costa, sus deseos de volver a aquella propiedad comunal que recuerda el mir ruso, lo de la política de alpargata, todo ello es carlismo”
Sobre la idea de autogobierno y democracia participativa el embajador británico en Madrid, George Villiers, del partido progresista, escribía en 1835 a su hermano: “La mayoría de la gente es honrada, pero es carlista, odian lo que se llama gobierno liberal, instituciones liberales, y hombres liberales. Pero donde tú y otros extranjeros estáis más equivocados es al pensar que el pueblo español está esclavizado. No hay en Europa otro pueblo tan libre: las instituciones municipales en España son republicanas; en ningún país existe tanta igualdad real. El pueblo se gobierna a sí mismo a través de unas cuantas costumbres antiguas, le importan poco las leyes y los decretos reales y hace más o menos lo que le apetece […] Todo lo que desean es que el Intendente no les robe tanto, y que el alcalde no les moleste demasiado […] Es un engaño suponer que el clero regular es detestable. Eso es verdad en las grandes ciudades, pero no lo es en el campo. Los monjes son los propietarios residentes, los caballeros del campo de España. Ellos alimentan, dan trabajo y consuelan a la gente; son además, la aristocracia de los pobres”
Otro británico, que en este caso luchó contra los carlistas durante la Primera Guerra, Alexander Sommerville, explicaba así la defensa de los fueros, otra de las divisas del carlismo historico: “…esta palabra en un sentido significa ‘leyes’, y en las provincias del norte estas siempre equivalen a los ‘derechos del pueblo’, o al derecho de heredar propiedad, así como al de hacer sus propias leyes, siendo exentos de impuestos nacionales y de las leyes generales de España.”
Y un investigador libertario, también, por cierto, anticonstitucionalista –afortunadamente no todos estamos adoctrinados con el patriotismo constitucionalista democrático-burgués, tanto da que sea de derechas como de izquierdas-, Félix Rodrigo Mora, en su libro La democracia y el triunfo del Estado, escribe sobre alguna de las “brutalmente sangrientas” criaturas del liberalismo como “La sangrienta Milicia Nacional, aparato represivo por excelencia del primer liberalismo, constituido por los poderhabientes y pudientes armados de cada localidad” que combatían al carlismo, haciendo referencia también a un historiador –José Luis Comellas-  que dice que “el coronel González, sólo en un día mandó pasar a cuchillo a trescientos guerrilleros que se habían rendido” y que “el número de asesinatos, de presos, de incendios, de arrasamientos, de saqueos y abusos cometidos (por los liberales en el poder) entre noviembre de de 1822 y septiembre de 1823 son prácticamente incalculables”
Josep Miralles   



RESPUESTA DE FERNANDO GARCIA-ROMANILLOS
25 septiembre 2013, dirigido a Enric Sopena, elplural.com 
La identificación que hace este post entre carlistas y facherío es inexacta e injusta. Inexacta porque ignora la historia franquismo, del tardofranquismo y del postfranquismo. Es falso que los carlistas estuvieran alineados con franquistas y falangistas hasta el final de la dictadura. Salvo unos pocos tradicionalistas colaboracionistas, el carlismo liderado por el príncipe Javier de Borbón Parma y su hijo Carlos Hugo estuvo frente al Régimen.
Recordarás, Sopena, que Carlos Hugo de Borbón, y posteriormente su padre y hermanas, fue expulsado de España en diciembre de 1968 tras ser detenido por la Guardia Civil en Zaragoza.
Esa identificación es injusta con todos los demócratas que lucharon contra la dictadura franquista en los años 60 y 70. Dirigentes comunistas, socialistas, libertarios, demócratacristianos y obreros de aquella época, empezando por Santiago Carrillo y Marcelino Camacho y terminando por Ruiz-Giménez y el comandante Busquets (UMD), dejaron testimonio del compromiso del Partido Carlista con las libertades y en la constitución de la Junta Democrática y la Plataforma de Convergencia Democrática.
Es injusta con la verdad histórica y con quienes padecieron, como carlistas, la persecución de la dictadura. La minoría fue la que, abanderada por Sixto de Borbón y otros miembros de la ultraderecha, y protegida por el entonces ministro Fraga Iribarne y la Guardia Civil, atacaron a los auténticos carlistas en su cita anual de Montejurra (Navarra), en mayo de 1976, causando dos muertos.
Lamento, Sopena, que en tu comprensible afán por denostar los restos fascistas incurras en la ligereza tan inexacta como dolorosa de identificar al carlismo que se desenvolvió en la clandestinidad con sus perseguidores. 
Fernando García-Romanillos. Periodista    



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