Si me soportan ustedes la escritura tal vez soporten también conocer mis gustos musicales. Y si no, da igual. No estoy aquí para hacer amigos. Hay cuestiones en las que siempre he podido escoger, hay otras que no.
No hay comentarios relevantes al título, salvo que mi cuarto apellido viene de por allá, tal vez de mediados del XIX, tal vez una familia que en medio de una epidemia y la violencia de las partidas carlistas contra el glorioso ejercito de España que como su propio nombre indica iba contra todo lo demás, en especial la defensa de la santa propiedad, el derecho al desahucio y la indiscutible unidad de la Patria como si esa cuestion no pudiese cambiar en pocos años por las veleidades de la Fortuna y las fechorías de la Bolsa, todo ello dictado por una ideologia vieja y extrema, el rebautizado liberalismo de sálvese quien pueda y a ser posible con el cash. Que nadie se dé por ofendido, me acordaba del señor Hernando, hoy beneficiado senador del PP, cuando defecó verbalmente en los familiares de los enterrados en las cunetas. En las hemerotecas está y el individuo sigue en política, acreditando su personalidad, aunque en VOX hay quien le supera por cuerpos de caballo enteros y no cabezas porque para eso hay que tenerlas.
Bueno, pues la familia en cuestión emigró de Catalunya por una esquina y volvió a entrar por Euskalerria por otra y uno de sus miembros terminó en el muelle de Portugalete siendo un niño, que ignoraba que le tocaría embarcar y hacer el resto de su vida como piloto la ruta del Galeón de Manila, terminando en el puerto de Santander. Hubo otro que a consecuencia de un lance violento en las Encartaciones cogió las de Villadiego hasta Santander también por si acaso y allí se quedó. Pero eso son pequeñas historietas familiares de los calcinados archivos santanderinos de los años 40.
He escuchado distintas versiones de L´Estaca, Luis Llach, diga lo que diga ahora de su vino, es de antepasados carlistas. Está documentado. Y del resto creo que ya lo saben. Si alguien me pregunta si soy independentista de alguna parte de España le diré que esa no es la cuestión sino otra. Y cuando critican a Els Segadors por la supuesta violencia de su texto yo aconsejaría cultivarse más, aunque no sean lechugas, y entretenerse en leer las letras pasadas y presentes de los himnos militares de nuestros ejércitos y milicias ciudadanas, desde el siglo XVI son muy aleccionadoras como para hablar mal de Els Segadors...
Seguiré contándoles...
Caradeplata
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