1 abr 2014

El Carlismo catalan por el Derecho a Decidir




A pesar de la extension del texto de los carlistas catalanes, he entendido que debe reproducirse integro por su interes para todos los españoles.

Comunicado 27.03.14

 Agrupación Territorial Comarques Centrals
Adjuntamos un comunicado sobre la situación social, política y cultural de Catalunya. Ha sido encargado y realizado por una comisión de la Agrupación Territorial de las Comarcas Centrales (ATCC), que pertenece al Partit Carlí de Catalunya (PCdeC).

Sus miembros han colaborado en la documentación, redacción, análisis, enmiendas y traducción, y se han contrastado los datos de todos y cada uno de los ocho puntos del comunicado, quedando expresadas sus opiniones, siempre desde nuestro irrenunciable carlismo.

El comunicado está fundamentado en nuestra propia historia y recoge los progresos que el Partit Carlí ha efectuado a lo largo de los años, junto a periodos de regresión que no queremos que se vuelvan a repetir, dando siempre una interpretación democrática, plural y progresista y expresando siempre un gran respeto por los derechos de las personas y de los pueblos. Estos deben ser los objetivos del Partido, tanto en el ámbito catalán como en todas las Españas y también en una Europa más social.

Nos hemos situado dentro del momento actual de Catalunya con objeto de dar respuestas y soluciones para hoy y para el futuro. Nuestro planteamiento, a pesar de algunas supuestas similitudes, es original y posible. Se han tenido en cuenta, las conclusiones de los tres últimos Congresos del Partido Carlista que confedera a los diferentes partidos carlistas de las naciones que forman el actual marco político del Estado español, así como los comunicados, artículos y conferencias dadas por la ATCC durante los últimos años.

El mensaje reafirma la parte trascendental de la historia de Catalunya con el Partit Carlí, donde se manifiesta su responsabilidad y compromiso, una vez más, hacia el pueblo catalán.

Así, hoy da apoyo a la convocatoria de la Consulta por el Derecho a Decidir, por ser un derecho irrenunciable y natural de todo pueblo. Para que los catalanes podamos elegir de manera libre y democrática nuestro futuro.

Es desde el debate y la controversia, entendidos positivamente, que las personas, grupos humanos y sociedad evolucionan y crecen. Nunca desde posiciones inmovilistas, sean ideológicas o de acción. Quedamos muy lejos, de acercarnos a partidos con programas divergentes al nuestro.

Ponemos nuestro correo, atcc.pcdec@yahoo.es, a su disposición para hacer todos los comentarios que considere oportunos. Gracias.


“Al igual que entre las personas, el entendimiento
entre los pueblos solo se puede dar si estos son libres”
Carles Feliu de Travy (Barcelona, 1.923-2008)



El pasado 12 de diciembre de 2013 el Presidente de la Generalitat de Catalunya comunicó su decisión de convocar una consulta, para el 9 de Noviembre de 2014, sobre el futuro político colectivo de Catalunya, después del acuerdo transversal entre las fuerzas partidarias del derecho a decidir presentes en el actual Parlamento.


El Partit Carlí de Catalunya, miembro del Partido Carlista por un pacto libre y voluntario de autodeterminación, es junto con los otros partidos carlistas de las Españas la organización política más antigua de Europa. 

Siempre se ha caracterizado por su defensa de los derechos de los pueblos, de su cultura y su lengua. Por tanto no puede quedar sin expresar su parecer, como Partido democrático y progresista, y hoy quiere hacer llegar a la nación catalana y a las otras naciones históricas y regiones de las Españas y de la Unión Europea el siguiente comunicado,


1/ CONTINUIDAD HISTÓRICA 

Es indudable, existe un hilo de oro que une al carlismo con otras afirmaciones de la personalidad y la nación catalana. 

Se ha señalado la presencia de las mismas familias en los sucesivos alzamientos a partir del de 1640, que con el primer grito: Viva el rey, muera el mal gobierno enarbolan la causa de la Monarquía Compuesta (Confederal) contra la imitación gálica del Conde-Duque Olivares. Y es precisamente a la manera propia de aquel Austria, Felipe III (IV de Castilla y León y VI de Navarra) conde de Barcelona, que acaba el conflicto: Reconocimiento pleno de los fueros y de las libertades de Catalunya. 

Es en reconocimiento a esta actitud que la nación catalana prodiga las muestras de adhesión al rey Carlos II, y se abraza a la causa austriacista contra el francés Felipe IV (V de Castilla y de León). Y es con el primer Carlos III, archiduque, que se articula el eje europeo Barcelona-Viena. Mientras, han escrito sus proezas en el libro de la historia Rafael Casanova, Antoni de Villarroel y el general Josep Moragues entre muchos otros. El Once de septiembre es el momento estelar de la historia de Catalunya. 

Es también el caso de la primera Guerra Carlista (1833-1839, hasta el 1840 en Catalunya). Ha comenzado también la reintegración foral. 

Un nuevo cariz parece mostrar la segunda, la Guerra de los Matiners, librada sólo en Catalunya. Es el momento del manifiesto liberal de La Garriga (1849) que tilda a los carlistas de comunistas. Es el momento de la hermandad de armas con progresistas y republicanos duradera más de un siglo y medio. 

Y es durante la Tercera guerra carlista (1872-1876) cuando se oye el Manifiesto del rey carlista Carlos VII de julio de 1872: abolición de los Decretos de Nueva Planta, y restitución de los Fueros de Catalunya y de los otros reinos de la Corona aragonesa. Y la restauración en la Real Diputación de Catalunya en Sant Joan de les Abadesses con un Presidente en funciones injustamente olvidado: Joan Mestre i Tudela. 

Eran unos instantes eternos, que tendrían una digna repetición y reiteración en las juras de los fueros de Cataluña en el Monasterio de Montserrat (1951) y al cabo de poco de los de Mallorca en la iglesia de Sant Francesc de Ciutat de Mallorques por Don Xavier de Borbón-Parma. Y mucho antes en Euskal Herría, la de los Fueros de Vizcaya con su valor arquetípico bajo el Árbol de Gernika (1875) por Carlos VII. 

Estos hechos tuvieron una digna continuación: la proclamación de la República Catalana dentro la Federación Ibérica por Francesc Macià i Llussà, que había depositado su espada de militar en el altar de la tradición y ofrecido a la causa carlista durante el encuentro carlista de Butsènit (1908). Después recibió el apoyo de los carlistas a raíz del intento de liberación de Prats de Molló (1926) contra la primera dictadura, y había recibido también a los enviados de Jaume III que le aseguraban en su nombre que siempre era posible el encaje de Catalunya dentro de las Españas; y por Lluís Companys i Jover, asesinado por designio del tirano en Montjuic. Un bel morir que era la semilla de una restauración: la de la Generalitat que él presidió con honor hasta su muerte y que se sobreponía con el Presidente Josep Tarradellas i Joan como un fragmento de la legítima Constitución de Catalunya y España al trozo de papel de la llamada Constitución española de 1978. Su sucesor Jordi Pujol y Soley continuó en circunstancias difíciles la aportación catalana a la refundación de España. Ideal del catalanismo clásico. 

Debe citarse el Proyecto de Estatuto de Catalunya de 1930 elaborado por el Partit Carlí y presentado como modelo a la vieja Sociedad de Naciones por el jurisconsulto Francesc de Paula Maspons i Anglesell, donde en el título primero se dice, “Reconocemos la personalidad nacional de Catalunya, con todas las características individualizadoras. Los pueblos que constituyen la actual España se federarán libremente. Debe reconstituirse nuevamente aquella Confederación, con igualdad de trato y de la personalidad para cada uno de ellos”. Esta propuesta fue incluida como documento básico en Elementos para el estudio del Estatuto de Catalunya editado en 1931 por la Unión Catalana de Estudios Políticos y Económico-Sociales.


Es obligado hacer constar la iniciativa y los riesgos personales que asumió Don Carlos Hugo de Borbón-Parma con el impulso por la renovación ideológica del carlismo, a partir del acto de Montejurra de 1958, en compañía de sus hermanas, Mª Teresa, Cecília y Mª de las Nieves y de más de 50.000 partidarios presentes en la montaña.


El Partit Carlí de Catalunya participó en la Assemblea de Catalunya (7.XI.71) adoptando con su compromiso los tres puntos programáticos como paso previo a la autodeterminación y también en el Consell de Forces Polítiques también desde su fundación (23.XII.75). 

En noviembre de 2004 el Partit Carlí de Catalunya, de acuerdo con las indicaciones del Parlamento, presentó unas propuestas para la reforma del Estatuto de Catalunya. Para proceder a su redacción el Partido designó una comisión de carlistas catalanes, que contó con la estrecha y fraternal colaboración de valencianos, mallorquines y aragoneses, para responder al cuestionario. Este trabajo mereció el visto bueno del Parlamento de Catalunya, tal y como consta en su web de Noviembre de 2004. El Partit Carlí de Catalunya fue el único de extraparlamentario que colaboró. También se confeccionó un proyecto de Estatuto de Catalunya conocido como Estatuto de Sarriá, puesto que fue en este barrio barcelonés donde se efectuaron las reuniones. 

En el año 2006 se celebró en el Ateneu Barcelonès el centenario de la Solidaridad Catalana presidido por Don Carlos Hugo de Borbón-Parma, ocasión en la que el Príncipe y Profesor ratificaba el reconocimiento de Catalunya como Nación que había efectuado tiempo atrás el rey carlista Jaume III. 

Más recientemente, El Partit Carlí de Catalunya acudió a la manifestación de Barcelona de Julio de 2010 contra la sentencia del Tribunal Constitucional que había atentado contra la integridad del Proyecto de Estatuto de Catalunya.


El Partit Carlí de Catalunya, que es una parte inseparable de nuestra historia durante los últimos 180 años, forma una comunidad humana profundamente democrática y respetuosa con todo el mundo, y trata de abrir surcos hacia una sociedad de participación y de responsabilidad en el marco de una confederación de personas y pueblos libres.


2/ CARLISMO Y EL DERECHO A DECIDIR 

Catalunya se encuentra ante un situación histórica a la que se ha visto empujada después de casi cuatro decenios de post-franquismo. La búsqueda de un pacto de convivencia hispánico superador del absolutismo monárquico, del centralismo liberal y de la opresión de la dictadura dio como resultado el llamado Estado de las autonomías. Desde Catalunya se vió esto como la posibilidad de construir un marco común a partir del autogobierno en aquellas esferas que nos fueran de nuestro propio alcance. 

Treinta y cinco años de vigencia de la actual Constitución, el fallido intento de una reforma estatutaria y una ofensiva política, mediática, judicial y fiscal de expolio y recentralización llevan a nuestro país a un callejón sin salida dentro del actual ordenamiento del Estado español. La continuidad de esta situación nos conduce al ahogo y a la decadencia como pueblo y todavía más cuando la correlación de fuerzas nos es desfavorable como colectividad, cuando la mayoría preestablecida se encuentra institucionalizada en el Congreso de los Diputados y en el Senado. 

Queda pues para el pueblo de Catalunya, agotadas las vías pactistas, el retorno a su soberanía histórica originaria, aquella con la que se confederó dentro de la Corona de Aragón y se integró después en la monarquía hispánica. 

La ruptura del acuerdo libre entre reinos y países peninsulares a partir del 1714 ha originado toda una serie de intentos desde Catalunya para restaurar la convivencia en sus términos primigenios. Desde el siglo XlX, el Carlismo ha sido uno de los protagonistas más activos en esta lucha concretada primero, en la proclamación y defensa de los Fueros perdidos y contemporáneamente en la Confederación hispánica. 

En este momento histórico, la imposibilidad de progresar colectivamente y la experiencia de un retroceso en los derechos comunes logrados nos empuja a la rotura con un status quo que se muestra imposible de reformar.


Por el derecho que nos corresponde como nación, todavía más, por el nunca decaído derecho de resistencia y de insurrección, ha llegado el momento de decidir mediante una acción colectiva y democrática la constitución de Catalunya como Estado. Este Estado además, tiene que declararse independiente para poder comenzar su vía dentro de Europa, en el concierto de los pueblos del mundo. 

Debe tenerse en cuenta que la única posibilidad que Catalunya pueda establecer un pacto entre iguales con los otros pueblos hispánicos es desde la plena soberanía. El ideal pues de una Confederación sólo puede construirse a partir de nuestra independencia. Esta, es un componente perdurable junto con el anhelo de concertarse con las naciones hermanas. Ambas no caben en la camisa de fuerza de la Constitución, y dibujan el verdadero sujeto de todo pacto de Confederación, pues son la garantía mancomunada de la propia independencia. Y es este el propósito al que los Carlistas aspiramos.


A pesar de que la Constitución post-franquista no nos concita otro sentimiento que nuestra reserva y los casos contemplados son muy diferentes, no debe silenciarse que es de capital importancia saber que en la Transitoria Cuarta de la Constitución Española actual se permite y se autoriza implícitamente la celebración de un referéndum en Navarra respecto a su incorporación al Consejo General Vasco, con las previsibles consecuencias que esto comportaría.

Ante la convocatoria de la consulta por el Derecho a Decidir los carlistas catalanes reafirmamos el derecho de Catalunya a elegir de manera libre y democrática su futuro ante las cuestiones propuestas. Así podremos avanzar de manera definitiva hacia la resolución del conflicto que desde hace tres siglos nos atenaza.


3/ LA CONFEDERACIÓN 
 
La confederación pide -y es- un pacto libre y voluntario de autodeterminación entre naciones constituidas en repúblicas o estados soberanos. 

Es pues un orden de contrato, no un orden de poder, a pesar de que el pacto, como tratado institucional pueda engendrar un nuevo poder investido en un nuevo sujeto, heredero pero de los sujetos originarios que pactan. Es por eso que el proyecto de Estatut Carlista (1930) hablaba de Estado confederal, término mencionado también en alguna bibliografía científica. Puesto que las repúblicas firmantes logran, al fundar la confederación, un nuevo status. Dicho de otra forma, los todos que son, obran como partes de un conjunto que los abraza. 

Es un orden construido de abajo a arriba, no de arriba a abajo, o, si se quiere, un orden horizontal, no un orden vertical. Reserva la figura de las constituciones para las repúblicas firmantes. La constitución de la confederación es el Pacto. Rechaza un poder constituyente del sujeto confederación, que no se puede situar, como pensaban los antiguos constitucionalistas, en un pueblo español separado de los pueblos de España, los únicos llamados a celebrar y a reformar los pactos confederales en sus Cortes legítimas. Rechaza una pretendida -y costosa- representación supraordenada de las repúblicas confederadas y propugna, para entender en los asuntos comunes una coordinación (siempre: horizontalismo) mediante unas Cortes confederales (proyecto de 1930) o una Conferencia de Embajadores (proyecto carlista de 2004) y su Diputación Permanente, sujetas a instrucciones y los acuerdos de las mismas se pueden impugnar por la vía del pase foral: Un derecho reservado universal. Y en lugar de multiplicar los oficios confederales, v. gr. Tribunal constitucional o ministerios comunes, prefiere confiar la solución de los conflictos y las materias de interés común a comisiones delegadas de las partes La confederación que propone el Partit Carlí de Catalunya nace de la necesidad de recuperar los derechos históricos de los pueblos, de aquellos que fueron los Estados o Naciones confederados dentro de la monarquía de las Españas y de los derechos que tenía cada pueblo cuando se constituía y que nadie le podía arrebatar, los cuales se perdieron a raíz de la guerra de Sucesión (1701-1713) prolongada en Mallorca y Cerdeña, y hasta el 1714 en Cataluña. Con la Constitución de 1812, y en Euskal Herria a raíz de las Guerras Carlistas.


Hoy esta confederación que propone el Partit Carlí de Catalunya, se manifiesta y basa en los Fueros, en las Constituciones Catalanas, por supuesto, lejos de los detalles y los planteamientos del pasado y ofrece al pueblo una solución, para volver a ser soberano, a partir de la autodeterminación, bajo el respeto de un pacto entre iguales.


Rehúye el Carlismo en consecuencia el modelo de Estado federal con sus líneas de arriba abajo, en su duplicación de cuerpos políticos, en su verticalismo, que acusan la deriva hacia el estado unitario mostrado por la experiencia histórica.


4/ LA LENGUA Y LA CULTURA CATALANAS 
 
Los dos proyectos carlistas de Estatuto consagran la lengua catalana como única oficial, el de 2004 junto con el aranés, y también en las relaciones con las autoridades confederales. Se sitúan en la línea de las Bases de Manresa (1892), el gran monumento del catalanismo político (Base 3.ª), y son la manifestación del sentimiento hacia nuestra lengua y cultura sin ningún menosprecio, antes al contrario, a las de todas las Españas.

Hoy ante la castellanización, desafortunada confusión de España con una Castilla extendida, impuesta por el Estado y en cuanto a la lengua y la cultura catalanas en todo su ámbito -Principado, Islas Baleares, País Valenciano y Franja de Poniente- nos encontramos frente una situación de prohibiciones absurdas y leyes adversas a nuestro pueblo. 

Nombraremos algunas de las medidas que los últimos meses han venido a empeorar la situación del catalán y de nuestra cultura: en la Franja de Poniente, por el gobierno de Aragón, el catalán desaparece de nombre para convertirse en una lengua llamada LAPAO que será tolerada pero no cooficial. En Catalunya la Ley Wert quiere acabar con la inmersión lingüística en las escuelas, verdadera herramienta de cohesión social. En las Islas Baleares el decreto del trilingüismo pretende conseguir que el catalán deje de ser la lengua de la enseñanza. En Valencia se cierran los repetidores de las televisiones de la CCMA, íntegramente en catalán y de Catalunya Radio, al mismo tiempo que se ha puesto fin a la RTVV, parcialmente en nuestra lengua. Un panorama, pues, decepcionante, que dice mucho sobre la ideología centralista del gobierno de España que patentiza la torpe imitación de la opresión francesa y jacobina en las tierras fraternas del Rosellón y de Occitania.

5/ EL PARTIT CARLÍ CONTRA EL NEOLIBERALISMO 

Las clases populares carlistas, desterradas de la lucha política por la restricción del derecho de sufragio –sufragio censitario-, tuvieron que combatir al liberalismo en los campos de batalla y con las armas en la mano. Era una forma moderna de la lucha de la Ciudad de los pobres contra la Ciudad de los ricos creada dentro de la Ciudad. Pero el carlismo científico nos ha dejado proclamaciones más duraderas que las armas: la concepción de la sociedad y del estado o comunidad política como trabajo social integral. Y todavía antes que callasen las armas y por la inspiración de Carlos VII (1869) el universal principio de cooperación. Conducían a la proclamación de una clase única, la del trabajo. Si el trabajo es diálogo con la Naturaleza y con el medio, la sociedad que quiere el carlismo es ecológica, al contrario del liberalismo que desde las Cortes de Cádiz introducía el arbitrio en la explotación forestal y suprimía las leyes y ordenanzas y la Conservaduría General de Bosques (1813). 

Como negación radical de aquellos principios, y situándonos ante los últimos acontecimientos extremos, en el ámbito social, las distancias entre las rentas del capital y las rentas del trabajo se ensanchan cada vez más desde que empezó la crisis económica, ya sea por la vía de la moderación salarial o bien por el predominio de la financerización respecto a las inversiones en economía real. Esta diferencia entre clases sociales se ve reforzada por una menor inversión en el llamado Estado del bienestar -los recortes-, de forma que los servicios públicos deben funcionar más con menos, y con las políticas laborales regresivas de los últimos gobiernos. El sector público -sanidad, educación, transportes, políticas sociales, y otros- está sufriendo una nueva desamortización. La manera de reducir el déficit del Estado y de la Generalitat implica dejar de prestar servicios a los ciudadanos, cuando otra manera y más socialmente sostenible sería la progresividad fiscal que es una vieja exigencia del carlismo, la desaparición de la economía sumergida y el fin de los paraísos fiscales. Mal asunto tenemos las clases populares catalanas si no se para esta avalancha de políticas regresivas.


El análisis del Partit Carlí de Catalunya arranca de una realidad social evidente: la enorme grieta que separa la sociedad artificial nacida de la exclusividad de los políticos y por todos aquellos promotores de rencores y revanchas, que sólo sirven sus intereses y los de sus preceptores oligárquicos, y la sociedad real de la mayoría de los ciudadanos que reciben las consecuencias de las acciones de todos ellos.


A pesar de que el Carlismo en armas fue el heredero de la universalidad defunciones legadas por las Cortes tradicionales y sus Diputaciones (la Diputació del General), que eran sociedad, sociedad representada, y hoy en dia, ante los ataques del Mercado a un Estado decadente y moribundo, rompe una lanza por las estructuras de estado y en primer lugar por algo que les dio vida cuando nació el estado: la planta de funcionarios. Al tomar su defensa, continúa la lucha contra aquel primer liberalismo, con su programa de estado mínimo dentro de la sociedad mínima, que la quería substituir por un reparto tras los triunfos electorales. Los despojos para el vencedor (“The spoils to the victor”). Y desafía a aquel neoliberalismo sin barreras morales que las desprecia con las “puertas giratorias”, condenadas ya en 1897 en el acta de Loredán confirmada por el rey Carlista Carlos VII. 

En nuestra propuesta de Estado, los militantes del Partit Carlí de Catalunya planteamos la reforma de la Administración Pública de Cataluña y en cuando les sea aplicable de las repúblicas hermanas, y proponemos: 

• Desarrollar un proceso de austeridad del gasto público, salvo las inversiones rentables y generadoras de colocación no funcionarial. 

• Evitar la duplicidad y aun multiplicación de los oficios y de las oficinas al servicio de las asambleas: de los barrios, municipales, comarcales, de las veguerías republicanas en sentido estricto y confederales.
• Extender la carrera administrativa profesional hasta el cargo de Director General, acabando con el actual nepotismo: permanente práctica de provisión de puestos de trabajo y nombramiento de todo tipo de cargos administrativos por el único mérito de disponer del carné del partido que gobierna. Fin de la práctica de los asesores y de los parientes colocados.
• Controlar de forma adecuada la gestión y los presupuestos de las empresas públicas. Con respeto al principio de cooperación.
• Aplicar efectivamente el régimen de las incompatibilidades en las esferas: administrativa, legislativa y judicial.
• Controlar de forma adecuada la gestión y los presupuestos de las empresas públicas. Con respeto al principio de cooperación.
• Que una Comisión económica-social de las Cortes o de sus Diputaciones, representación real del trabajo social integral, tenga una función real en la sociedad, sirviendo al diálogo abierto, público e institucionalizado entre las organizaciones de empresarios, de trabajadores y la Administración Pública, de forma que se garantice el control de trabajadores y empresarios sobre las estrategias y las reformas estructurales necesarias para lograr un nivel de producción competitivo y eficiente, y que sirva para proponer medidas de prevención y superación de las crisis económicas con el menor coste social.

6/ CONSTRUIR LA SOCIEDAD DE LA AUTOGESTIÓN
Un nombre nuevo para unos viejos principios: trabajo social integral y cooperación universal, que hoy y siempre reclama su imperio. De de manera particular al sector, del crédito y la banca.
Una sociedad autogestionada no es tan sólo una utopía o un proyecto de futuro. La coherencia entre lo que se propone y la actuación diaria exige que sea también una forma de acción que se traduzca en una mentalidad de participación, de solidaridad y de servicio.
La lucha por la autogestión comporta unos valores de libertad, igualdad, participación, pluralismo y solidaridad básicos para la nueva sociedad que propugnamos.
El Partit Carlí de Catalunya quiere proponer un cambio en las actitudes de las personas hacia ellas mismas y hacia su entorno. Cambio que debe comportar el rechazo del individualismo liberal y las actuales sociedades competitivas, consumistas e insolidarias. Por mucho que se predique y se imponga la globalización, se debe buscar la localización o municipalización con objeto de facilitar que las mujeres y los hombres nos podamos autogestionar mejor. Por eso hace falta primero descentralizar y después deconstruir.
Es precisamente en el municipio donde debe reinar soberanamente el principio de la preferencia por la propiedad colectiva sobre la propiedad privada individual, la que el Carlismo anunció de nuevo en una osada proclamación: Devolución de los bienes comunales, durante la Guerra Civil de 1936-1939. Y es a los municipios pequeños y a las “entidades locales menores”, que con los eufemismos de la racionalización y la sostenibilidad quiere el Gobierno actual saquear el resto de aquellos bienes, que han impedido hasta ahora la completa desertización del medio rural, iniciada por las Leyes desamortizadoras. Cómo en aquella ocasión nos preguntamos: A quien aprovecha el gran robo?.


En la concepción del Partit Carlí de Catalunya, el principio de subsidiariedad que señala vías al principio de solidaridad, nos enseña que la garantía de las libertades está en el pluralismo. Los límites del poder únicamente pueden estar en la soberanía de las instituciones autónomas que constituyen orgánicamente la sociedad: soberanía social que pasa ante la soberanía política. Cuando los organismos autónomos fallan, la Sociedad es un conglomerado amorfo regido por una burocracia impersonal y centralista, anuladora de toda iniciativa, sea esta pública o privada. Así, la limitación del poder del Estado no puede provenir, ni ha provenido nunca, de fronteras artificiales como las leyes constitucionales, fronteras de papel, siempre utilizadas como armas por el capricho del más fuerte (Montejurra, Carlos Hugo, 1958).


Como una finalidad en nuestra sociedad propugnamos el socialismo de autogestión global basado en unos principios que quedan vertebrados en La Democracia Económica y que permita la gestión social de la actividad económica en un doble aspecto: interno de la empresa, mediante la participación de los trabajadores en su dirección; externo al ámbito empresarial, mediante la participación, de una forma institucionalizada, en la planificación económica de las organizaciones sindicales y empresariales, de las comunidades territoriales y otros sectores afectados.

7/ ESPECIFICIDAD DE LA POSICIÓN CARLISTA 
 
Este epígrafe distingue el ideario carlista de los rasgos compartidos con otras formaciones políticas incluso de las banderas ideológicas del carlismo que le fueran arrebatadas y que considera positivamente como cumplimiento de una tarea pedagógica política.


El ideario carlista ha pasado por una desmitificación del lenguaje y de las entidades abstractas que nos ahogan: la Nación, la voluntad general, el poder constituyente de la Revolución francesa, el estado del pensamiento germánico. Hoy hablaríamos de des-estructuración o de-construcción, a la espera de una nueva construcción, de estas estructuras forjadas por un pensamiento que nos es ajeno y nos esclaviza.


Consideramos estos rasgos específicos en tres sectores: relaciones entre personas individuales, relaciones entre sociedad y estado y relaciones especiales entre los estados.
En cuanto a las relaciones entre las personas y con el medio, y dado que el núcleo de la personalidad es irrepresentable, son los intereses -las relaciones interpersonales y el entorno- los verdaderos representados de lo que se habla a continuación. El interés, pero, tiene en el ideario carlista una mayor amplitud: Tendremos que empezar por abandonar criterios de interés material para ir incidiendo más en todo aquello afectivo e inmaterial como el amor, la voluntad, la espiritualidad y la fraternidad. 

En cuanto a las relaciones entre sociedad y estado o comunidad política el Carlismo ha elaborado una doctrina de la representación política que es la de la sociedad ante la sociedad constituida en estado. Con el primer socialismo, con la “Commune” de París, con la internacional y con la Escolástica socialista y hoy solitario en la palestra, ha recogido de las clásicas instituciones de representación real, el trabajo representado por el trabajo, de los cuerpos sociales y políticos anteriores a la revolución liberal burguesa de 1789: 

• El mandato imperativo del cuerpo elector al diputado singular, expresado en un cuaderno de Instrucciones. En caso de desobediencia, entrega a la justicia. Manifiesto de Maguncia de 1860 por el rey carlista Carlos VI y acta de Loredán de 1897. Y según los dos proyectos de Estatuto de Catalunya (1930 y 2004)
• Consulta ad referéndum, personalizada del elegido al cuerpo elector en cuestiones No previstas en el cuaderno.
• Formación en el seno de los cuerpos electores de comisiones de vigilancia sobre el elegido. Como en la antigua “Vintiquatrena de la Cort”.
• Dietas también generosas a cargo del cuerpo elector. Permiso laboral. Contra la compraventa  anticipada del diputado al aparato Estado o a cualquier otro aparato.
• Rendición de cuentas.
• Revocación libre del mandato.
• Consentimiento de los impuestos. (No taxation without representation). Consentimiento por
quienes los pagan, no por quienes los comen (Manifiesto de Maguncia de 1860).
• Indisolubilidad de las Cortes mientras no hayan terminado los trabajos en curso.
• Sufragio universal, propuesto secularmente por el Carlismo que comprende el sufragio
femenino. 

En cuanto a las relaciones entre estados
• Pluralismo: De unas partes del pacto que son en sí mismas sendos todos con un todo o algunos todos que aparecen como partes de aquel pacto. En la dimensión horizontal y atendidas la tensión vital y la dimensión temporal de las asociaciones, más bien suma de dualismos. Suma de tensiones. 

• Cada dualismo explica una asociación, así la del Plan Ibarretxe. Y postula determinarla  otra parte, que puede ser otro todo. Y está la suma de dualismos, la suma de tensiones, detrás toda confederación, que es una construcción racional generalizadora de los dualismos.
• Y la asociación y la confederación, que lo son de sujetos que aportan cada cual la propia perspectiva sobre el conjunto y que reclaman una perspectiva más alta y un sujeto duradero y responsable de esta perspectiva que ha empezado por identificar y poner rostro a cada una de las partes del pacto y que se convierten en el guardián. 

• Más arriba hemos hablado (punto 3) del pacto o tratado institucionalizado. Aquel guardián es una parte y muy principal. Una vieja doctrina lo ponía en medio y como centro de la vida del Derecho: la presencia del rey, por ficción del Derecho, en todos y en cada uno de los tribunales. Queda hoy la condición ubiquitaria de la administración de justicia, que para el liberalismo se correspondía con la ley: Juez, boca que pronuncia las palabras de la ley. Condición que hoy se hace patente en la indistinta numeración de salas (Cada sala es, no una parte, sino todo el tribunal). Y a la que no se oponía la reserva que se hacen en los dos proyectos carlistas de Estatuto: Que ningún pleito incoado en Cataluña no pudiera fallarse fuera de ella. Es una cualidad que la continúa distinguiendo de otras funciones públicas: Legislativa, ejecutiva y de gobierno.

8/ EUROPA

El proceso de creación de Europa corona viejas aspiraciones del carlismo. Desde el año 1958 cuando se proclamó en Montejurra: “Europa será federativa como consecuencia de nuestra federación interior”, los carlistas no somos partidarios de la mentalidad pragmático-económica del europeísmo. Para nosotros Europa es el único proyecto de nuestras creencias. 

No estamos sujetos por el pequeño nacionalismo de los que piensan, sienten i dicen primero nosotros, después Europa. No lo aceptamos porqué Europa somos nosotros: los alemanes, los franceses, los neerlandeses, los italianos, los austríacos i otros, que son nuestros compatriotas. Consideramos que el anti-europeísmo es el último refugio de los partidarios del absolutismo de los viejos Estados-Nación. 

Las erróneas propuestas que algunos países y organismos formulan no pueden ser justificación para distorsionar el proyecto europeo.

Este comunicado se fundamenta en una secular doctrina política, y más contemporáneamente en las resoluciones de los congresos del Partido Carlista hechos en Tolosa (Noviembre de 2004), Berriozar (Noviembre de 2008) y Lizarra (Noviembre de 2012) y en el análisis y aportaciones de la comisión encargada de su redacción formada por catorce militantes de la Agrupación Territorial de las Comarcas Centrales del Partit Carlí de Catalunya y también con la colaboración de once carlistas de todas las Españas.


Barcelona, a veintidós de marzo de 2014

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