17 may 2014

Un patache de Madrid






Yo tendria unos nueve años, vivia en la calle de la Florida 14, 1º derecha y me toco ir una temporada a dar clase con una señorita de Cisneros cerca de mi casa y no lejos de El Golpe, el establecimiento de ultramarinos de Garcia Monco, si, el padre del ministro franquista, que treintañera, hacia judo y paracaidismo, o sea que era de caracter. Y bien que lo demostraba castigandome y en lugar de salir a la una de la tarde a las tres todavia estaba yo alli retenido, y ni siquiera recuerdo el motivo o los motivos porque paso varias veces. Pero lo que mas recuerdo de ella era que me ponia dictados de Pereda ySotileza concretamente, que yo ya llevaba tiempo habiendola leido y ademas tenia un ejemplar en casa. Y de ahi un dia me puso el dictado del patache, que es la descripcion que hace Pereda de tal barco y su general triste destino.... El texto esta en Sotileza.


"El patache es un barquito de treinta toneladas escasas, con aparejo de goleta. Supónese que estos barcos han sido nuevos alguna vez: yo nunca los he conocido en tal estado, y eso que no los pierdo de vista, como lo pueda remediar. Por tanto, puede afirmarse que el patache es un compuesto de tablucas y jarcia vieja. Le tripulan cinco hombres; a lo más seis, o cinco y medio: el patrón, cuatro marineros y un motil, o muchacho cocinero. El patrón tiene a popa su departamento especial, con el nombre aparatoso de cámara; la demás gente se amontona en el rancho de proa, espacio de forma triangular, pequeñísimo a lo ancho, a lo largo y a lo profundo, con dos, a modo de pesebres, a los costados. 

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Si es algo desgraciado, arriba dos o tres veces durante el viaje, lo cual supone otro mes de retraso; si es desgraciado más que algo, cada una de estas arribadas le cuesta un quebranto serio en el casco o en el aparejo, y pone a los tripulantes en gravísimo riesgo de perder la vida. Pero, de todos modos, venturoso o infeliz, más tarde o más temprano, le coge un Vendaval entre Tinamayor y Suances, que le trae en vilo hasta el Sardinero, si no le da la gana de estrellarse antes contra una peña. Desde allí me lo planta de otro voleo en la boca del puerto, con rumbo a las Quebrantas. Unas veces le arruja en ellas de un tirón; otras les permite detenerse un poco, echando el ancla a medio camino de las fieras rompientes. En esta situación horrible, raro es el ejemplar que se aguanta hasta que cesa el temporal... Y, entre tanto, es la única ocasión que tienen los infelices tripulantes para abandonar el barco, que cabecea y tumba y danza, con las velas desgarradas y tremolando en su arboladura la jarcia hecha pedazos, juguete de las olas que le envuelven y meten el gigantesco lomo por abajo de su quilla.




Lo ordinario es que el ancla roñosa garree, o se rompa la cadena, y que el mísero barco vaya a las rompientes, donde en breves instantes le convierte en astillas la fuerza incalculable de aquellas embravecidas mares.

Todos los inviernos devora este monstruo su ración de patache. En una sola tarde, no hace muchos años, he visto yo perecer cinco. Los cinco, despues de entrar acosados por el temporal, y de faltarles la virada suprema, la de la salvación, la que les aleja del abismo, habían tenido que fondear delante de las rugientes fauces del monstruo. Cuatro tripulaciones se habían salvado ya a duras penas, y la lancha de un práctico recogía la quinta, con heroicos esfuerzos, cuando yo llegué al castillo de la Cerda. Momentos después, rotas las débiles amarras, desfilaban uno a uno, hacia las Quebrantas, y, para llegar más pronto, a brincos, como cabra entre malezas, y desaparecían todos ellos en aquel infierno de espuma, de golpes y de bramidos.
También ha probado barcos grandes el paladar del monstruo aquel; pero muy de tarde en tarde, porque el barco grande huye de la costa cuando cerca de ella le coge un temporal; y si la necesidad le obliga a tomar el puerto y a fondearse en sitio peligroso, tiene buenas cadenas y mejores cables; y, por último, desde que los hay disponibles, pide un remolcador que le saque del apuro. El pobre patache navega a la costa, en la costa le cogen los malos tiempos, y en la costa los aguanta, porque no sabe ni puede andar por otra parte; sus cables y sus cadenas son, relativamente, débiles, y un remolque de vapor le cuesta lo que él no puede pagar.

Tal es su triste condición: la cual no ahorra, sino más bien duplica, con relación a otro barco más grande, las faenas de los tripulantes a bordo, donde todo es escaso y flaquea, y exige, por ende, mayores desvelos y más grandes sacrificios a cada uno.

En suma: trabajo incesante; comida misérrima; un pesebre por lecho; un mechinal por dormitorio; todos los riesgos de la mar; todas las desventajas para correrlos, y la conciencia de no mejorar nunca de fortuna por aquel camino. Todo esto acepta, a sabiendas y de buena gana, un hombre que se decide a formar parte de esa legión de héroes de la miseria, de las angosturas y de las fatigas, que ni siquiera tienen por estímulo la triste esperanza de que al acabar su carrera estrellados contra un peñasco, o arrastrados por torbellinos de arena y ondas amargas, se grave su martirio en la memoria de las gentes, o merezca siquiera su conmiseración; pues hasta la que se siente por los náufragos de alto bordo, se regatea a los de un mísero patache. ¡Tan necesario e inevitable se conceptúa su desastroso fin!".
Pero a alguno le habra extrañado lo de un patache en Madrid. Yo queria referirme al Partido Carlista de Madrid y a sus extraños destinos, vetado como enlace en la pagina federal del Partido e ignorado en otras, con entidad y Estatutos, digan lo que digan las comadres, que los he visto y votado yo. Y navegamos como el patache de la historia.

Y asi seguimos, el unico Foro carlista que funciona, otros que se pretenden tienen peripateticos y desconocidos padres tradicionalistas o vaya usted a saber que y se dedican al insulto y al robo. No señor, no les perdono que me roben las palabras sobre la libertad que no practican ni exigen mas que para ofender y defender a la ciega lo que los videntes constataron hace muchos años.

Y ha salido el especial de Europa 2. Y yo me pregunto una vez mas si en otras latitudes movieran el cerebro un poco si no seriamos en vez de un partido, una gran Partido Carlista en lugar de agenda turistica y evocadora de otros siglos con subvencion oficial de gobiernos para la compra de cañones de carton...  No es ese el carlismo al que yo fui. Ni va a ser mientras pueda evitarlo, mientras podamos unos cuantos, y ni siquiera aunque nos esperase la suerte del patache de Pereda.


Caradeplata, y ademas callealtero.

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