DE CHARENTON A LA
MONCLOA
Uno ha estado
leyendo el libro del argentino “El teatro de las histéricas y de
como Charcot descubre, entre otras cosas, que también había
histéricos” y se ha quedado muy preocupado. El texto del Fondo de
Cultura Económica es muy recomendable ¿Cuando reconoceremos
suficientemente en España el esfuerzo intelectual en México de los
exiliados republicanos? Aquí seguimos con las cunetas sin querer
admitir la historia amarga del siglo anterior.
Hace ya muchos años
(1968) que Marsillach estrenó en Madrid la obra de Peter Weiss “La
Persecución y asesinato de Jean-Paul Marat representada por el grupo
teatral de la casa de salud mental de Charenton bajo la dirección
del Marqués de Sade”. Al decretar Franco el estado de
excepción el autor prohibió su representación y Fraga afirmo que
mientras el defendiera la bandera roja y gualda Weiss nunca volvería
a representarse en España...
Charcot se enfrento al
método de tratamiento de locos por el teatro propugnado por algunos
médicos y parece a la luz de la experiencia que en general no sirve
sino para agravar el estado de la mente de los afectados. Lease el
texto citado.
El tema daría para
mucho pero es que a uno le sugiere que la Moncloa hace mucho que se
convirtió en una casa de salud mental, recuerden el famoso ficus que
escuchaba todo, seguro que miembro del CNI, el no menos famoso
síndrome que acecha entre sus paredes a los presidentes,
convirtiéndoles en remedos hamletianos de duda nacional y
enrocamiento, de roca, constitucional del Papel Sagrado. A Sade lo
llamaron “divino” por su fervor el romper cualquier convención
social o religiosa, hasta es posible que inventara algún mandamiento
cristiano mas para poder vulnerarlo. En fin, lo que hay que reconocer
es que la tropa de enanos, bufones, damas de alto decreto y
mentirosos ridículos está pidiendo a gritos un Moliére que les
refleje, porque a Weiss ya lo etiquetaron de marxista los de la
España Una y Eterna y así sigue, aunque por cierto no le llamaron
populista, a Fernando Arrabal si que le llamaban enano desde los
despachos de Fraga.
Y como Marat y su
final no son tema afín con el Popular Party hay que preguntarse
como, bajo la batuta del Marques de la Plasma, que clase de obra se
va a representar y si al final los locos que dirige no van a quemar
el Palacio transmutándose en revolucionarios de invierno, donde una
Soraya arengando al pueblo contra Cospedal seria de agradecer, pero a
condición de que el Palacio se hunda entre llamas al estilo de la
Casa Usher de tan buen recuerdo de Allan Poe y sus horrores. No
mereceríamos menos los españoles por nuestra situación.
¿Que promesa
electoral no ha violado nuestro Sade popular en estos años de plomo
de tubería y paro repartido como si fuera pan?
El final de la función
se avecina, Carlota Corday no se ha puesto las gafas en esta versión
del 2.015 y en lugar de acercarse a la bañera de Marat se aproxima
al director de la obra. Quien sea la actriz que la represente pongan
ustedes entre Castilla la Mancha y Valladolid. El final es
irrepetible por la imposibilidad de clonación del Presidente, quien
sin embargo no dice nada, siguiendo su costumbre, al ser apuñalado.
Baja el telón, se
incendian las bambalinas y el patio de butacas. Como homenaje a Camus
se oye una voz lejana saliendo de la concha del apuntador: “A la Historia, Mariano”. La estética del absurdo sigue actual en algunos
partidos. Homérico.
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