Lo advierto muy en serio:
podéis
amordazar mi pluma,
retirarme el papel, vaciar la tinta
que empuja el corazón a las cuartillas,
quitarme las palabras,
multiplicar las moscas que ha diario
me zumban en los oídos,
alzar los altavoces,
proyectar
el mismo noticiario ya sabido.
Y, sin embargo,
en este mismo instante,
cuando la voz del locutor anuncia
que Gento se desmarca;
que Ordóñez cita al toro con la izquierda;
que el público recibe con aplausos
al salvador de España
en su gira triunfal
por el su Reino;
que las rosas florecen más hermosas que nunca…
en este mismo instante
en Almería
por enésima vez esta semana
un niño acaba de morir hambriento.
Carlos Alvarez.
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