Ya ves, Juanito, que poca cosa somos los humanos. No te asustes. No soy tu padre aunque ya se que has visto La Guerra de las Galaxias pero no me consta que hayas visto o leido Hamlet alguna vez y si fuese ese mi caso, la verdad es que me apareceria en lo alto de una almena, que es lo que le gustaba a don William y yo en cambio, fantasma del pasado mas modesto, me tengo que contentar con ser un suave rumor de hojas en la falsa chimenea que tienes en Zarzuela para los Mensajes de Navidad.
Podriamos decir que yo era el señor Smith o Juan Español, o ya puestos en castellano paladino el señor Garcia o el señor Rodriguez o el señor Nadie, que a decir verdad es el que mas me entusiasma, ya que me recuerda a un ciego llamado Homero que ha eclipsado a muchos reyes hablando de sus defectos y que, en su atrevimiento plebeyo de charlatan de taberna mediterranea, se ha atrevido a desnudar a dioses y diosas, mostrando que a fin de cuentas eso que cuentan los antropologos de adjudicar a los dioses los propios defectos humanos, esta bastante justificado. Aunque Tennese Villiams diera una talla muy alta hablando de vuestros dioses, siendo castigado a la hora de la muerte con atragantarse con no se que fruta, un castigo muy divino que dirian por el Village.
A fin de cuentas yo no soy mas que una voz casi sin nombre que echa botellas al mar de internet, que no encuentra casi nadie e interesan menos. Si lo que yo metiera en las botellas fuera un pañuelo usado de Lennon seguro que habria multitudes por las playas buscando la tal botella.
Pero mejor bebamos el vino de la sinceridad sin agravio y por tu parte la campechanidad que no me daras sino en los telediarios. Al final no importa el mensajero de la terrible nueva del final anticipado de la Monarquia, sino el mensaje, podria repetir el de Marañon pero como ya esta tan visto no vale la pena. Alguna vez en el pasado se ejecuto a los mensajeros como premio a sus noticias. Yo, me conformare, como el de Berceo, con un vaso de bon vino por mis mal escritas palabras, pero que sea Rioja, claro.
Te llamo Juanito porque escribir una vez mas eso del Jefe del Estado, una vez me equivoque y escribi Jefe del Estadio lo que visto lo que hay en politica a lo mejor no es desacertado, me suena a demasiado protocolario. Lo de majestad dejo el tratamiento y calificativo para las galernas de mis costas. La majestad de las olas es algo que no puede ni usurparse ni fingirse.
Por eso mas al Oeste, alla donde Cunqueiro fabulaba sobre los celtas, el mar es aun mas fiero. Nada que ver con las tempestades de palacio que dan lugar a las tormentas humanas. Llamarte Juan Carlos supondria una familiaridad que no tenemos y por otro lado, con sinceridad, puedo escribir que me considero por completo entre los vencidos de la guerra civil, olvidados, manipulados, enterrados, que ese señor que te visita a veces quiere seguir ignorando. Yo pasare y seguramente las cunetas seguiran. Pero el grito no cesara porque otros, no menos sinceros que los de hoy, nos sustituiran.
Dicen que el aire de Madrid no apaga un candil pero puede apagar una vida y sin embargo a ti, todo este tiempo, te ha sentado muy bien desde aquella lejana fecha que viniste. Tu, nacido en Roma, que sin embargo escatimaste la nacionalidad a otros. No es una acusacion que te pueda ser imputada directamente, pero siendo quien eres no puedes ignorar los hechos. Y sin embargo a imitacion de tantos otros no te has dado por aludido. Ya no importa porque la fechoria de otros ya esta mal arreglada y a fin de cuentas salvo en las peluquerias ¿A quien le importa un rey, con perdon? Muchos dicen que a ellos pero en la mayoria de los casos son gente interesada o ignorante de historias y realidades.
En fin, esto no son tus memorias, que desde luego no puedes escribir por razones conocidas ni yo pretendo asumir tu papel ni justificar tu historia que como puedes suponer jamas sera conocida en su totalidad.
Seguiremos hablando del tiempo pasado y perdido, por ti, por mi y por todos los demas, solo que muchos no tuvieron ese tiempo y han pasado como haremos todos a tiempo mejor. O eso dicen.
Caradeplata, con la mirada clara de no ser dueño de España.
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