Montejurra 2019. Discurso de Jesús María Aragón, Secretario General Federal del Partido Carlista
Buenos días, compañeros/as, egun on, bon día, bos días, bonos díes.
Bienvenidos todos a este acto de
afirmación ideológica y ética en un lugar significativo para el Partido
Carlista y su intrahistoria, y también para la Historia general de las
Españas.
Henos aquí un año más para vernos y
compartir unas horas, unos recuerdos, una comida…., en tono festivo, y
reafirmarnos en nuestras propuestas políticas dirigidas a la consecución
de lo que llamamos “Bien Común” para la sociedad, la Justicia Social y,
por lo tanto, la Paz Social, posibilitadas por una ideología que sitúa a
la persona humana en el centro de toda actividad social, económica, o
medioambiental, y cuyo nacimiento situamos hace casi dos siglos atrás, y
que sigue siendo válida hoy porque ha ido evolucionando al ritmo de sus
partidarios y ha sido actualizada en su lenguaje por las personas
miembros del Partido Carlista.
A pesar de que nuestra influencia
histórica ha sido desigual, y hoy damos por hecho que estamos en un
período de “baja”, podemos citar ejemplos de participación de compañeros
en la búsqueda de soluciones humanas y viables, a los problemas que
surgen en la convivencia social. Además, el Carlismo es muy citado en
los Medios de Comunicación y algunos lo ensucian achacándole los peores
vicios y defectos que son liberales, en realidad, pues es la ideología
dominante, y lo hacen para “llevar el agua a su molino”, no lo hacen
inocentemente. Así, cuando dicen que el Carlismo es la fuente de todo
nacionalismo disgregador, se refieren a los nacionalismos “periféricos”,
vasco y catalán, claro está, mienten, porque el Carlismo no es
nacionalista.
El nacionalismo, desde la óptica
carlista, es un reduccionismo; lo importante es la sociedad, la gente
que vive en un entorno dado y que organiza su convivencia en unos
núcleos más o menos urbanizados, gestionados por Asambleas vecinales,
Concejos, Ayuntamientos…, y que a medida que va aumentando su mutuo
reconocimiento y aceptación porque aceptan que comparten unas
determinadas características ( una historia más o menos común de formas
de comunicarse, de modos de vida y trabajo, de producción e intercambio
comercial y cultural…) van creando sucesivos niveles de organización.
Ocurre que a la manera del clima, que es variado en los distintos
lugares de esta Tierra, nuestro común y único hogar, hay distintos
grupos humanos, con sus peculiares formas de organización social; de ahí
lo de “naciones”.
Una nación no es un chiringuito, ni la huerta del abuelo, ni sólo un territorio con un montón de gente dentro.
Algunos basan sus elucubraciones en que,
desde siempre, en nuestras reivindicaciones ha estado la palabra
“Patria” .Pues bien, nosotros decimos que vender pisos municipales en
lotes lo suficientemente grandes como para que sólo unos pocos puedan
comprarlos no es de patriotas sino de vendidos y de traidores a la
Patria, representada y viviente en los inquilinos de esos pisos
municipales y los primeros con derecho a compra del piso que habitan; la
consecuencia es sabida: el nuevo dueño sube los alquileres y no todos
los inquilinos pueden asumir esa subida.
En Huelva, un compañero carlista, Javier Arellano, es un miembro activo de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca.
En Huelva, un compañero carlista, Javier Arellano, es un miembro activo de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca.
En los orígenes históricos del Carlismo
pasó algo parecido: los liberales desamortizaron los comunales, y los
que de ellos vivían se levantaron en armas para defenderlos y, con
ellos, su vida y su modo de vida tradicional; entonces se estilaba así;
ya lo habían hecho unos años antes contra el invasor extranjero y ateo.
Defender a la Patria es defender todo lo que engloba las posibilidades
de vivir y de dar vida y que, por extensión, históricamente se ha
identificado como “nación”, pero que no es lo mismo que “nacionalismo”.
Para los carlistas de hoy defender la Patria sigue siendo una
reivindicación ¡ya lo creo!, y añado que desde aquí nos unimos a los que
hoy en Durango y en otras ciudades europeas, con motivo del “Día de
Europa” se han manifestado a favor de la Dignidad y Respeto a la persona
humana, de la Solidaridad y de la Democracia, reivindicando “todos los
derechos para todas las personas”, frente a un modelo jerárquico,,
divisor y marginador, de convivencia social.
El ser humano, hombre y mujer, es un ser
social; sin semejantes a nuestro lado no habríamos desarrollado el
lenguaje, por ejemplo, y no llegaríamos a ser personas. Vivir juntos
conlleva derechos y deberes de unos para con otros lo cual genera una
responsabilidad de lo que hacemos ya que todo ello influye en nuestro
entorno más o menos cercano, y todo esto nos tiene que llevar a ser
delicados en esas relaciones para cuidar esa relación, ayudarnos unos a
otros, y todos ayudar al medio físico en el que vivimos; el monte no
está para que lo quememos sino para que le ayudemos a que todo su
potencial de vida vegetal y animal se manifieste y así lo podamos
disfrutar hoy, mañana, y siempre, en mutuo beneficio. Si una parte saca
más provecho que la otra no se puede hablar de beneficio sino de
latrocinio.
Contra esta visión de la vida y del ser
humano se alzó el liberalismo, exaltando al individuo y buscando el
máximo beneficio con el menor trabajo, o inversión, posible, explotando
el medio ambiente físico y animal, e incluso a las personas.
El liberalismo tergiversa el lenguaje,
el sentido de las palabras: habla de libertad, pero comerció con
personas a las que esclavizó y vendió como mercancía; luego lo seguiría
haciendo generando dependencia en la tierra, los animales, y las
personas, en el sector industrial y en el sector servicios. La libertad,
para el liberalismo, no es algo inherente a la persona, una cualidad,
una facultad, sino una mercancía más; disfrutarás de tanta libertad
cuanta puedas pagarte; sí, eso de “tanto tienes, tanto vales”. La única
medida es el dinero, una invención humana y que, por lo mismo, debería
estar al servicio del ser humano, esto es, no ser señor sino siervo.
Habla de “progreso”, pero los
dependientes no pueden aspirar, ni disfrutar, del mismo nivel de
progreso que el que los hace dependientes.
Habla de “revolución”, pero los sedicentes liberales nunca han estado en la base de la pirámide social, económica, ni política.
Habla de “derechos individuales”, pero
luego hace leyes para defenderse de los que ha empujado a la
dependencia, y se reserva la posibilidad de acceder a los niveles más
altos de los tribunales de justicia, nombrados bajo su influencia; por
eso las cárceles están llenas de “robagallinas”, y cuesta “Dios y ayuda”
que alguno de esos sedicentes liberales padezca la prisión y la falta
de libertad.
Hablan de “responsabilidad”, sobre todo
para justificar la diferencia de su sueldo con el de los que
desarrollamos trabajos de 2ª categoría, pero luego no asumen las
consecuencias de su mal hacer; por ejemplo, lo que estamos viendo en el
juicio al “procés”: ni la ministra especial para Catalunya, Soraya Sáez
de Santamaría, ni el ministro del Interior, Zoilo, asumieron ninguna
responsabilidad por lo sucedido el 1 de octubre de 2017 cuando los
ciudadanos catalanes iban a participar en una votación organizada por el
Govern de la Generalitat; todo lo achacan al “operativo”, o sea a los
mandos inferiores y a los “mandados”.
Otro ejemplo: En los Sanfermines de 1978
una intervención policial reventó la fiesta y un compañero que hoy no
está aquí vivió en directo aquellos hechos y participa en la
reivindicación de responsabilidades, de justicia, y de reconocimiento,
en la plataforma “Sanfermines´78”; nos ha hecho un informe que va a leer
otro compañero que también los vivió en directo, “Chupito”.
El liberalismo es la ley de la selva, la ley del más fuerte.
El Carlismo es la ley de la cooperación del progreso y de la libertad conjunta.
El lema de este Montejurra´19 es un
remedo del del calendario de este año, y quiere indicar que
reivindicamos el respeto a la convivencia, y que a través del respeto es
como llegamos a esa convivencia que queremos. Otro ejemplo de
participación vecinal reivindicando respeto por el medio ambiente y por
la gente que habita estos valles es lo que nos va a contar el compañero
Ramón Abrego, con motivo del proyecto de instalar en esta zona un
“centro de tratamiento de residuos de construcción y vertidos
industriales y tóxicos”.
Sobre las elecciones del pasado 28 de
abril y a las que el Partido Carlista no se presentó porque “estamos
tomando impulso”, además de lo que aparece en el último número de El
Federal, diré que el PSOE se aprovechó de los 9 meses de gobierno
postmoción de censura para hacer propaganda; esto, unido a la
visualización de un enemigo real, la ultraderecha más franquista y el
marketing consiguiente en torno a ello, ha producido este resultado que
no va a ser suficiente para liberarnos de la dependencia económica de
los grandes fondos de inversión transnacionales, ni de la dependencia
energética del petróleo, ni de la dependencia en política internacional
de la OTAN y de EE.UU. Aunque en la campaña electoral se reclamaban como
progresistas, ahora añaden que son de izquierdas y que quieren formar
un gobierno de izquierda, preferentemente solos; no es fácil, y la única
manera es excluyendo de posibles pactos de gobierno a los partidos de
derechas de la madrileña Plaza de Colón. Un gobierno de izquierdas tiene
que salvaguardar, y mejorar, los servicios públicos mediante una ley de
Justicia fiscal, garantizar la igualdad de oportunidades, proponer un
marco legislativo que acabe con la precariedad laboral, y leer la
Constitución con los anteojos de la Declaración Universal de los
Derechos Humanos, Civiles y Políticos, de 1948, fundamento de un corpus
jurídico digno de tal nombre porque antepone la persona a los textos
legales.
En el primer debate a cuatro en “La 1”
de TVE se pudo ver cómo los sedicentes “nacionalistas
constitucionalistas” suspendían en Constitución pues no la han
interiorizado porque la leen embrollando. Añadiré que la campaña
electoral ha sido de dar vergüenza ajena y que ha proporcionado un punto
de apoyo a los que dicen que los Partidos políticos son negativos para
la convivencia social, así como para la organización de la sociedad.
Digamos más bien que lo que hemos visto y oído no es digno de nosotros y
que, aunque no sea más que como contraste, referencia, y aspiración, la
existencia del Partido Carlista es necesaria para que la sociedad no
sea más esclavizada.
El día 26 de este mes tenemos elecciones
municipales y autonómicas en las que la guía de nuestro voto ha de ser
también la antedicha Declaración Universal de 1948; y lo mismo para las
europeas del mismo día. No es de nuestro gusto la Europa actual pero
algo de su funcionamiento podríamos interiorizar, a saber, la manera de
gestionar una situación de abandono del club, de un proceso de
separación, a través de un referéndum y de la consiguiente negociación
respetuosa.
La Europa que queremos es la de las
buenas prácticas de Gobierno y gestión de los recursos y de los
servicios públicos, que elabore políticas comunes, que mutualice la
deuda como un ejercicio de solidaridad para ir hacia un sistema fiscal y
social compartido.
Muchas gracias, compañeras/os.
VIVA EL PARTIDO CARLISTA
Montejurra 5 de mayo de 2019
Jesús Mª Aragón Samanes.
SGF del Partido Carlista.
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